Visitas

miércoles, 3 de diciembre de 2014

[Des]conocidas.

Es de tan bella y pura alma que cuando pasea por las calles de Barcelona, no detiene unas obras para ser piropeada, sino que acapara todas y cada una de las miradas más tímidas de esas calles.
Tiene el don de hacer que el mundo entero se rinda a sus pies con sólo suspirar.
Las calles tiemblan al ritmo de sus andares.
Las nubes le abren paso al sol para iluminarla con sus destellos más bellos.


Es ella. La veo. Al otro lado de la calle. La observo con disimulo.
Me acerco a ella con timidez.

Le grito que nunca deje de sonreír. Aunque sea una tímida sonrisa entre lágrimas.

Se detiene. Se gira. Me mira. Se acerca.
[Tiemblo] su belleza me deslumbra.


Me confiesa que mis sinceras palabras le hacen ruborizarse.

Sonrío.

Le pido que no se ruborice con la verdad de mi corazón, que lo haga con el reflejo de sus hermosos labios sonrientes. Le confieso que si fuera ella me ruborizaría cada vez que viera mi cara (con sus hermosas pecas) reflejada en el agua.

Se calla. Se ruboriza. Tímida me pregunta si soy poeta.

Le digo que mi única ambición sería ser poeta de sus pecas. Escritora de sus caricias. Admiradora de esa cálida voz.

Me mira. No se puede ruborizar más. Baja la mirada. Da media vuelta. Se va.

La miro mientras se aleja y tiemblo con el temblor de la tierra a sus pasos. La luz del sol la sigue. Yo me quedo quieta, observándola mientras la veo alejarse. Se va. El cielo se vuelve a tapar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario