Visitas

martes, 9 de diciembre de 2014

Fenómenos paranormales -y emocionales-

Basándome en la escala Richter, podría situar en el número 1 la primera vez que posé mi tímida mirada sobre ti, causando una pequeña explosión en mi frágil corazón. Dejando que mis ojos recorrieran ese breve trayecto que realizaste por la Gran Vía de Madrid. Fue leve pero dejó huella.

En el número 2 se hallaría una bomba convencional, como las utilizadas en La Segunda Guerra Mundial, junto con la segunda vez que te vi, de nuevo en la Gran Vía. Provocabas temblores al ritmo de tus andares.

En el 3 me sorprendió el impacto que provoca la explosión de una mina cuando te acercaste a mi con seguridad preguntándome si disponía de un mechero. Negativo. -desde entonces siempre llevo uno-.

En el número 4 una bomba atómica de baja potencia explotó en mi corazón cuando nos cruzamos de nuevo a la salida de la jornada laboral, tú me miraste y me reconociste. Sonreíste. Sufrí de taquicardias.

Por quinta vez te vi. El terremoto de Granada de 1956 se repitió por unas décimas de segundo mientras te acercabas a mi. "Que tengas un buen día" -escuché entre temblores-.

El sexto número llegó tan fuerte que arrasó con el séptimo, octavo y noveno número, puesto que me armé de valor por fin. Grité el nombre que me inventé al ver por primera vez tu cara. Te giraste con una dudosa pero gran sonrisa. Reconociste mi voz sin haberla oído nunca. Me acerque con un mechero rojo en mano a juego con tus mofletes ruborizados. No hizo falta más. Tomé tus labios como un niño lo hace con una piruleta que acaba de comprar. Toda la escala Richter entera se podría haber multiplicado por mil y aún así nada hubiera sido lo más mínimo parecido al escalofrío que mi cuerpo recorrió al sentir tu piel con la mía.


Arrasaste con la misma hambre que un huracán arrasa con todo lo que tiene a su paso. Con todo lo que se le antoje.

1 comentario: