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sábado, 10 de enero de 2015

Si me quieres, déjame ir.

Parece que hoy el invierno ha decidido apoderarse del vacío que hay bajo mis sábanas, creo que te vio aquella noche y ha decidido imitarte. 

Los cristales están de nuevo empañados, las calles frías y vacías como aquél día tan señalado. El día en que te fuiste.

Me asomo a la ventana y con un poco de imaginación aún logro ver la silueta de tus pies hundidos en la nieve virgen y mis lágrimas gritando entre la almohada. Gritan tu nombre. Creo que mis labios les dieron esa pésima idea.

Me tambaleo hasta la escalera y con los ojos cerrados me dejo deslizar por cada uno de esos escalones que recorrí corriendo detrás de ti para decirte una vez más que te quería. Para besarte por última vez.

Logro llegar hasta la puerta sin provocar ningún incidente y observo que tus marrones botas aún siguen en el mismo lugar que las dejaste. Las dejaste para no tener que volver atrás y pasar vergüenza al mirarme de nuevo a los ojos con tantas mentiras ocultas.

Recuerdo tus últimas palabras bajo mi portal, "-Si me quieres, déjame ir."
Joder que si te quise.

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