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jueves, 19 de febrero de 2015

Hambre de justicia.

Y mañana, tal vez, mi dignidad como persona y ciudadana que no quiere renunciar a sus derechos, se decida a salir conmigo a las calles de una Barcelona contaminada del dolor que causa la corrupción de nuestros lideres elegidos por nuestro mismo voto de confianza.
Saldría a la calle un día en que debería estar encerrada en un colegio implantado por los mismos que quieren moldear a su pueblo como si de máquinas se tratara y protestaría de manera pacífica todo lo que a base de reformas inmorales quieren arrebatarnos.
España se consume lentamente a manos de quienes dijeron alzarla hasta lo más alto marginando a grandes diferencias cada una de sus comunidades.

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