Visitas

sábado, 25 de abril de 2015

Hay amaneceres más bonitos que otros amaneceres.

Desperté y mis ojos se perdieron de nuevo entre tu desnudez oculta bajo las sábanas. Mi corazón aún dormido, se despertó entre bostezos y dio un gran pero discreto salto de la cama para observarte desde otro ángulo sin despertar el sueño de nuestro amor.

Estaba allí. Inmóvil. De pie. Al lado de la cama. Observándote mientras recordaba la noche de hace unas horas y acariciaba tu cuerpo de nuevo en mis pensamientos. Sellaba mis labios con dificultad para que no pronunciaran un "buenos días princesa" y así finalizar con tu sueño.

Al fin, me llené de coraje. Me quité hasta los calcetines y me atreví a volver de nuevo a aquella cama inundada de promesas y sueños. Te abracé, tímida pero segura, y tu cuerpo se estremeció al sentir de nuevo el mío. Tus ojos se abrieron lentamente queriendo buscar mi mirada.

Y allí estábamos, otra mañana más. Pero esta vez era viernes, -nunca he querido tanto a un viernes- y teníamos resaca de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario