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domingo, 25 de octubre de 2015

Día 103.

He aprendido que no existen los trenes que sólo pasan una vez. Existen los que sólo paran una vez. Pues, algunos pasan y te dan la oportunidad de subirte en ellos, en cambio, hay otros que simplemente se limitan a pasar de largo y a enseñarte como es la vida desde que decidiste dejar pasar el último tren.

Y van pasando los días, las semanas, los meses, y yo permanezco de pie, al borde del andén. Inmóvil. Viendo pasar los trenes de largo a máxima velocidad, con la esperanza de que el destino como maquinista de algún tren, se replantee parar en mi estación de nuevo para darme la oportunidad de subir.

Pero no, 103 días pasan desde que espero en la misma estación. Sin retroceder de estación, pero también sin avanzar.


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