Le cuento a esta hoja todo lo que me ha quedado por decirte, porque seguramente jamás te lo pueda decir a ti.
Hice tanto para que fueras feliz, que me olvidé de serlo yo.
Te quise tanto, que me olvidé de quererme a mi.
Me prometo que lo hice lo mejor que pude.
Pero no fue suficiente.
Y te alejaste, como si nada.
Te alejaste como quien arranca una hoja de una libreta porque te has equivocado en un par de palabras y es más fácil arrancarla que cambiarlas.
Todos los “te quiero” que me dijiste, se quedaron huérfanos.
Te fuiste porque no te quisieron una vez, y no me dejaste hacerlo a mi.
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