Visitas

martes, 17 de marzo de 2015

No importa nada si tu estás.

No podría explicar como, pero en poco menos de dos semanas atamos de pies y manos la expresión "vayamos despacio, nos estamos conociendo" y la arrollamos sin piedad alguna a las vías del tren, pues lo nuestro no ha sido nunca ir con pies de plomo. Lo que realmente nos iba y nos sigue yendo, es pasar de primera a cuarta antes de que el semáforo se ponga verde.
No hizo falta más tiempo, pero tampoco menos. Fue el tiempo justo e imprescindible para que dos vidas se dieran cuenta de que querían pasar el resto juntas. Una al lado de la otra. Cada segundo.

No me atrevo a explicar como mis manos, acostumbradas a acariciar la soledad, poco a poco se fueron acostumbrando al tacto de su mano, a caminar de ella por medio mundo. Fue tímido el primer tacto, pero con el roce se hace el cariño, y con el cariño fue apareciendo la costumbre y el hábito de verlo todo al paso que marquen las caricias de su mano sobre la mía.

Tampoco trataría de explicar como fue besar sus labios por primera vez, pues esa primera vez aún perdura a día de hoy y no sabría a cuál de ellas referirme, pero puedo jurar que cada una de ellas es mejor que la anterior. Me atrevo a decir que es incluso mejor que pasear descalzo sobre la arena de la playa a la luz de la luna.

No importa cuanto lo intente, jamás encontraré un verbo que pueda conjugarse con nosotras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario