Visitas

jueves, 13 de noviembre de 2014

Cálidos inviernos.

Se acerca el frío y con él un latente sentimiento melancólico de aquél invierno que ambas recordamos con ese peculiar dolor de mofletes. Un año que quedó marcado porque apareciste -en invierno- pisando fuerte en mi desordenada vida.

Huele a invierno y el invierno huele a ti. Huele a dulces besos provocados por cálidos reencuentros bajo la Estrella Polar. A caricias infinitas bajo unas sábanas o sobre un puñado de tierra, ¿qué importaba? Tan sólo importaba tenerte cerca de nuevo.



Mimarte, quererte, mimarte, quererte y así constantemente hasta que poco a poco, esa magia desapareció un verano sin apenas darnos cuenta.

Ya nunca volvimos a ser lo mismo, quizás nunca fuimos nada, pero si algo tengo claro es que fuiste y serás el "nada" más todo de mi vida.

De nuevo siento esos temblores causados por la brisa de invierno, pero esta vez no tengo tus frías manos para abrazarme.



Quizás duró 7 segundos, 7 minutos, 7 horas, 7 días, 7 meses o incluso 7 años. El caso es que desde entonces sigo viendo un siete escrito en una carpeta de colegio vieja y en una camiseta de fútbol.

2 comentarios: