Visitas

lunes, 17 de noviembre de 2014

Las lecciones duras, son las que más marcan

Jamás quise aprender la lección que la vida me quería enseñar. Me gritaba cada vez más fuerte , pero yo me cegué pensando que algún día la vida me daría la razón. Al poco tiempo me di cuenta de que erré al querer olvidar que ella era más sabia que yo.
Cada uno de esos gritos iba aumentando hasta el punto de llegarme a provocar odio hacía mi misma que no me dejaba pensar ni actuar con confianza, hasta que por suerte o por desgracia, llegó el día en que ese grito fue tan fuerte, que me hizo despertar de mi ignorancia.

Abrí los ojos y me di cuenta de que en esta vida, nací sola y moriría sola, tan solo pudiéndome defender con lo que durante el transcurso de la vida iba aprendiendo a base de palos y más palos.
"Tú puedes, eres fuerte" me repetía a mi misma durante cada hora unas miles de veces.

Decidí anotar en una lista todas las lecciones que iba aprendiendo día a día para no olvidarme de aplicar alguna;

  • Hacer caso de los consejos recibidos por mis progenitores, ya que tienen más experiencia que yo en la vida.
  • Ser egoísta para pensar en mi antes que en los demás y así ahorrarme miles de decepciones.
  • Aprender a dar lo que quiero recibir. (uno recoge lo que siembra, dicen)
  • Cambiar la manera de hacer las cosas, si lo que espero son resultados distintos.
  • Disfrutar de cada día como si fuera el último, porque el día menos pensado, no habrá mañana.
  • [...]
Así es como poco a poco iba aprendiendo a vivir el resto de mis días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario